Devaluación y descentralización, cambio de identidad
El llamado “Viernes negro”, acontecido el 18 de febrero de 1983, es un día recordado como fatídico, por el anuncio de la devaluación del bolívar. La moneda nacional se había mantenido estable con respecto al dólar por un período de más de 20 años. La década de los setenta, además se había destacado por la bonanza petrolera desaprovechada por gobiernos demagogos y populistas.
Pupitre diseñado en el país, reseñado en revista de arquitectura de los años 80
La llamada Venezuela Saudita estuvo repleta de “petrodólares” que aprovecharon los venezolanos de los estratos medios y altos para el derroche. A nivel económico el país continuaba definiéndose como dependiente de una industria básica. Además del petróleo, durante los setenta no hubo otra industria que destacase. En general se importaban lo más diversos productos y servicios, puesto que el dinero circulaba generosamente. El Estado intentó ejecutar medidas proteccionistas hacia la industria manufacturera nacional tales como: aranceles sobre los bienes importados y subsidios a los empresarios nacionales, que en vez de resultados positivos, obtuvo corrupción e incentivó el facilismo.
El diseño gráfico fue privilegiado indirectamente con la devaluación, ya que la industria petrolera, las agencias publicitarias y las instituciones culturales estatales -que para ese período se estaban multiplicando-, invertían en producción gráfica que iba desde señalización, publicaciones y carteles, entre otros elementos.
La situación del diseño industrial fue muy diferente. Ante la inexistencia de una industria manufacturera, no tuvo campo en el que desarrollarse. Sin embargo, se produjeron algunas piezas tridimensionales únicas o en pequeñas series de factura semiindustrial para equipar proyectos arquitectónicos y de ingeniería. En este sentido trabajaron empresas como Duplex Industrial en las butacas creadas especialmente para la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño en Caracas, o Herning Oloe en el diseño de gran parte del equipamiento de la primera etapa del Metro de Caracas.
Diversas fuentes señalan la década de los ochenta como el momento del aluminio, ampliamente utilizado en ese entonces por quienes se arriesgaban a producir pequeñas series y distribuirlas en comercios convencionales o en nuestras primeras tiendas de diseño, como “Antena”. Como muestra de este momento se cuenta la mesa de computadora de dos y tres niveles de Micost [8].
Estante Antena de John Gornés: hierro y vidrio
Un caso interesante han sido los asientos diseñados a finales de los ochenta por el arquitecto de origen estadounidense Emile Vestuti. Su silla de paleta, que toma la forma de la popular silla artesanal larense es el producto “hecho en Venezuela” que más contacto tiene con lo tradicional, incluso propiciando la discusión referente a la integración del diseño a la artesanía, aspecto que pudiera ser de interés para un gobierno como el actual [9].
Quizás esta es una de las vías por la que pueda emerger el diseño venezolano, a través de la contribución con los productores típicos en cada región, y favorece a ello el proceso de descentralización que se inició en 1989. Según Eduardo Barroso Neto: “Estos productos tienen gran importancia porque junto con la artesanía tradicional pueden formar una mezcla de productos, apoyándose mutuamente. Para estos productos típicos la mejor intervención es la propuesta de sistemas de promoción y de sumarle valor agregado, incluyendo empaques, etiquetas, rótulos y campañas publicitarias, stands de ventas y todo tipo de material promocional. Otro apoyo importante en este segmento esta relacionado a optimizar y modernizar los procesos de producción, incorporación de nuevas tecnologías, reduciendo etapas en el proceso, disminuyendo tiempos, y mejorando la calidad” [10].
Si hablamos de productos diseñados y fabricados en el país, Volarquete es una muestra, producido por Corveplast entre los años 1975 y 1976. Esta empresa, cuyo dueño era Enrique Puig Corvette, contrató al joven egresado del Instituto Neumann, Leonel Vera, quien diseñó no solamente este juguete, sino también el empaque y su gráfica.
Corveplast tenía en aquel entonces la patente del plástico corrugado, material en el que fue concebido este pequeño aeroplano. Relata Vera que esta iniciativa estuvo enmarcada en el período de sustitución de importaciones, pero no resultó exitosa, ya que aún siendo elaborada en un material relativamente barato, su precio de venta al público no pudo competir con los elaboradísimos aviones fabricados por las grandes empresas jugueteras internacionales, los cuales se importaban en grandes cantidades en la Venezuela del “ta’ barato, dame dos”. El Volarquete se comercializó a través de los Almacenes Militares, y fue una iniciativa absolutamente nacional.
Cifuentes en 1991, producido por Otai Design: acero y vidrio.
Para autores como Enrique A González Ordisgoitti, desde las elecciones regionales en 1989, se está replanteando en Venezuela la noción de identidad, ya que desde ese entonces se cuestionan los supuestos centralizantes, y lleva a replantear la idea de nación y de lo venezolano, concibiéndolo desde la diversidad y la riqueza que otorgan las culturas locales en el interior del país.
En medio de la crisis
La década de los noventa tuvo en Venezuela altibajos políticos y económicos dignos de una montaña rusa. Hubo diversos momentos críticos, como las intentonas de golpe de Estado en 1992, el enjuiciamiento a Carlos Andrés Pérez y su separación de la presidencia o la crisis bancaria. A esto se le unió el declive de los partidos políticos, una corrupción galopante y un bolívar en devaluación.
A pesar de este panorama, esta es la época en que el diseño industrial venezolano obtiene –al fin-, cierta atención, debido a la inauguración del Centro de Arte La Estancia, y en particular por la exposición “Detrás de las Cosas. El Diseño Industrial en Venezuela”, producto de un proceso de investigación que permitió rastrear productos en las propias empresas.
La muestra de “Detrás de las cosas” es heterogénea, mostraba la capacidad creativa y productiva del momento.
La lámpara SpotLine Grip, fue caballito de batalla de IDDEA Diseños
Cierre
Partiendo del principio de que no existe la “falta de identidad”, es posible indicar que los productos del diseño industrial venezolano poseen un perfil cónsono con los momentos en los que se han desarrollado. Los productos no son numerosos, ni variados en el transcurso de un siglo, concentrándose principalmente en el rubro del mobiliario, donde es posible apuntar como fecha de arranque el año 1954.
En general los productos no muestran una identidad ligada con lo popular, lo tradicional o con las etnias asentadas en nuestro territorio. Más bien su tendencia es hacia los estilos internacionales. Hay quien pudiera aseverar en forma de crítica que es un diseño con afán imitativo y de copia, pero al repasar la tendencia de la identidad del venezolano en el siglo XX, es posible notar como apenas lógica la apertura hacia estilos foráneos, lo cual se apega a ese ideal de progreso y modernidad que ha sido estimulado como parte de las políticas de Estado, aunque no se hayan implementado hasta los momentos, mecanismos efectivos para desarrollar tecnologías propias, ni para favorecer una industria manufacturera competitiva.
Sin embargo, en el proceso de regionalización que se ha echado a andar desde 1989, donde se han visto potenciadas microempresas artesanales, asociaciones civiles y cooperativas, quizás haya una fisura por la que pueda penetrar el diseñador industrial, como un profesional de apoyo a estos procesos productivos y a la afinación de un tipo de productos con una identidad local fuerte, pensando en el mercado al que va dirigido.
Notas
[1] Este fue el nombre que ocasionalmente le dio Juan Pablo Pérez Alfonso al petróleo.
[2] Mato, Daniel; “Crítica de la modernidad: globalización y construcción de identidades”. Caracas (Venezuela): Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, 1995.
[3] Mato, Daniel; “Teoria y política de la construcción de las identidades y diferencias en América Latina”. Caracas (Venezuela): UNESCO – Editorial Nueva Sociedad, 1994.
[4] Mato, Daniel; “Procesos de construcción de identidades transnacionales en América latina en tiempos de globalización. En: “Teoría y política de la construcción de identidades en América Latina y el Caribe”. Caracas (Venezuela): Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, s/f.
[5] González Ordosgoitti, Enrique A.; La construcción de identidades culturales regionales en Venezuela en la década de los noventa. Tendencias prospectivas. En: “Teoría y política de la construcción de identidades en América Latina y el Caribe”. Caracas (Venezuela): Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, s/f.
[6] Castillo, Ocarina; Los años del Buldózer.
[7] Entrevista a Cornelis Zitman. Caracas (Venezuela), 2003.
[8] Entre el material disperso, ha sido fructífera el rastreo de piezas en las páginas de las diferentes revistas sobre arquitectura que han circulado en el país. La mención de Micost aparece en la revista Espacio
[9] Para la Revolución Bolivariana, exaltadora de los valores tradicionales populares.
[10] Barroso Neto, Eduardo; “Diseño y artesanía: Límites de intervención”. Brasil, 1999.
[11] Sato, Alberto; Diseño Industrial. En: Detrá.s de las cosas. El diseño industrial en Venezuela. Caracas (Venezuela): Centro de Arte La Estancia, 1995.
Texto: Elina Pérez Urbaneja
Tutora del curso Historia del diseño en latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX