El movimiento involuntario vibratorio de sus párpados le indicaba que se aproximaba una crisis, así era desde hacia unas semanas cuando lo descubrió en su cama a solas, mientras dormía algo se acercaba lentamente. Fue un viernes, día en que según su madre era el indicado para la lectura de las cartas, después de la escuela y unas horas en la oficina donde trabajaba como capturista llegaba a su casa, cenaba con alguno de sus cuatro hermanos, se aseaba, veía un poco de televisión y con su hermana menor se dormía, desde muy niña fue miedosa, tímida, esa noche cuando ya toda la ciudad parecía en silencio, ella se despertó o creyó despertarse, instantáneamente el miedo sin saber de donde llegaba, la paralizó, quieta, sin poderse mover, sintió como un gran bulto de carne, pelos y garras se colocaba sobre ella, no podía gritar, ni moverse sólo se abandonó y procuró pensar que estaba en otro lugar, en otro espacio, en otra situación, pero no podía evitar sentir el cuerpo amorfo que tenia encima de ella, después de un tiempo se perdió entre sus sueños, a la mañana siguiente despertó alterada, enojada, revisó entre sus sabanas y todo estaba normal.
Fueron varios años los que pasaron hasta que su madre le confesó que había sido producto de una violación, desde entonces fueron disminuyendo sus miedos pero ella se transformo en una mujer dura, enojada y egoísta.
José Guillermo Talavera Lucero
“Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”